jueves, 27 de septiembre de 2012




La liebre y el zorro de papel

La liebre sentada en el estante de la biblioteca me miraba con curiosidad. Era una liebre de papel celeste que yo había aprendido a hacer la tarde anterior. Yo leía la fábula de Esopo " La liebre y la Tortuga” buscando inspiración y para conocer la idiosincrasia del animalito. De pronto la vida se convirtió en papel, todo fue frágil y multicolor. La liebre pegó un gran salto y comiendo una zanahoria, me dijo" ¿Cómo te llamas? - "Zorro plateado de las pampas, y vos?”  - Yo soy liebre Veloz y me gusta mucho el papel plateado con el que te hicieron.- -Bueno, bueno, no es para tanto. Ya se que soy hermoso y este papel es difícil de conseguir, sin embargo Sol me construyo así y estoy muy contento de tener este color.- "A mi me gustan mis pelos y mi color pardo.- dijo la liebre. Al zorro plateado un raro instinto le recorrió la columna vertebral. Sin pensarlo abrió la boca e intentó capturar a la liebre con su boca. La liebre acostumbrada por miles de años a ser devorada había aprendido a correr y pegando un salto descomunal empezó a dar vueltas por el living. Subía y bajaba por las sillas, se colgó de la araña de caireles e intento esconderse debajo de la mesa. El zorro a perseguía pero como era mas grande. Se golpeaba en los muebles, en las paredes y en las puertas. Poco a poco el hermoso papel plateado se llenó de abolladuras y perdió su forma. Ya no fue mas el zorro plateado de las pampas, ahora era algo parecido a una pelotita plateada para el árbol de Navidad. La liebre se subió de nuevo a la estantería de la biblioteca, tiro la zanahoria que no había soltado en toda su carrera y secándose el sudor murmuró " No siempre ganan los más fuertes, a veces lo hacen los más hábiles"

Raquel Saporiti






Nuestras liebres armadas a partir de la base molino, un modelo popular y clásico
19/9 

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